Hace aproximadamente veinte años que escribí este libro en un estado que los demiurgos no dudarían en calificar de rapto o de enajenación. Recuerdo que durante dos días deletreé obsesivamente los dictados de unas piernas que no cesaban de desvelarme, con inusitado empeño, su sintaxis reveladora. La situación podría haberme hecho creer que me encontraba poseído por una de esas compulsiones que caracterizan a los ungidos de las musas en sus arrebatos de inspiración, en uno de esos trances o embelesamientos tan característicos de los poetas (neo)simbolistas; pero en mi caso particular, por ser más aristotélico que platónico, bien sabía yo que ese arrobamiento lejos de corresponderse con una iluminación, más bien era trabajosa consecuencia de una larga y laboriosa elaboración mental que llegaba finalmente —aunque de manera súbita y no sin cierto apremio— a su culminación creativa. Desde entonces son muchas las lecturas, reinterpretaciones y reinvenciones que este libro afortunado ha tenido, especialmente en Internet, por donde incluso caminan unas piernas flamencas —«Je benen»— traducidas al neerlandés por Fa Claes. 

Pienso, como viejo Dorian Gray, al volver sobre las páginas de esta nueva edición, que la vigencia de sus versos probablemente se encuentre en la sinécdoque de Tus piernas, donde la parte es el todo; sinécdoque que no cesa de reforzar en su artificio la unificadora anáfora de las sucesivas estrofas del poemario, hasta llegar su reiterada relación a completar un orbe entero. Tal vez por ello, su lectura no solo proyecte eficazmente a la mujer como símbolo de libertad, sino que alcance igualmente a reflejar otras dimensiones no menos sustantivas.

Y que en su letanía Tus piernas, desde una mundana deprecación, no solo sea una convencional alegoría, sino también una poética encubierta. 

Tal es el poder de unos pasos. 

 Ricardo Labra

Langreo, julio, 2019

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(impresión bajo demanda, cubierta sin solapas)